2 Corintios 5:20 "Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios."
En nuestra región, una de las frases famosas que utilizamos cuando alguien va a viajar o ausentarse de su pueblo natal es: "no te olvides de tus raíces". Con esto nos motivamos a recordar donde nacimos, nuestra cultura, familia, valores, amigos, y hasta costumbres.
Y es la realidad de todos nosotros, que cuando conocemos cosas y nuevos lugares nos impresionamos y debemos disfrutarlo sin olvidar lo que somos. Cuando aceptamos a Cristo como Salvador, hay un título que Dios nos da que no solo nos muestra cómo reconcilia a un pecador, le salva y le hace su hijo, sino la forma en que esa persona debe vivir y lo que es en Cristo Jesús. Dios dice que somos embajadores en nombre de Cristo. Un embajador es un ciudadano enviado por otro país para llevar a ese país extranjero, diferente, una representación de su nación de origen. Nos imaginamos que el mejor representante o embajador será alguien que conoce, vive, disfruta está claro de dónde viene y qué cosas debe presentar en este lugar donde va a mostrar la grandeza de su país natal. Pablo conoció a Jesús como Salvador y en ese momento no solo sabía que era salvo de sus pecados por gracia, sino que se convertía en un representante del Reino de Dios en este mundo de pecado. Un cristiano es un pecador que deseaba, vivía y se inclinaba a las cosas del mundo pecador, pero en Cristo es una nueva criatura, con una nueva naturaleza por el Espíritu de Dios para ser diferente! Es un reto y una batalla pertenecer al Reino de Dios de santidad, viviendo y siendo embajador en un mundo totalmente contrario a sus convicciones.
Así que, hijo de Dios, no te sientas mal sino cuadras, o encajas en este mundo. Preocúpate cuando desees ser amigo del mundo, pues en ese momento estás negando tu ciudadanía verdadera, olvidándote de tus raíces en Cristo Jesús. Otra realidad que pueden experimentar muchos cristianos es la confusión en la vida cristiana que no les deja comprometerse, gozarse ni servir al Señor con libertad y es que han olvidado que son embajadores. Esperas que el mundo pecador entienda, desee y se goce contigo de lo que Dios está haciendo y si no pones tus ojos en Cristo y las cosas eternas, desearás volver a las cosas que este mundo ofrece. Además, otra de las verdades más gloriosas de este pasaje es que el título de embajadores que Dios el Padre nos ha otorgado , según los versículos anteriores, fue posible por creer en la obra de su Hijo Jesús en la cruz, quien nos reconcilió con Dios, haciéndonos hijos, miembros y embajadores de su reino.
Por eso, recuerda que eres embajador del Reino de los cielos, estás representando, mostrando, viviendo y gozándote de pertenecer a Cristo Jesús en un mundo que rechaza, desconoce y hasta persigue a aquel que viene representando otro lugar. No te desanimes cuando este mundo no te acepta, muestra lo mejor del Señor con Su poder y Gracia en tu vida; si estás desanimado, recuerda quien eres en Cristo Jesús y enfócate en él para que tus credenciales sean renovadas como embajador del Reino de Dios en el nombre de Cristo.