Romanos 12:11 “En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor”
Que maravilloso pasaje nos motiva a hacer la voluntad de Dios. Lo primero que nos enseña es que:
1) Tengamos prioridades. Cuando estábamos sin Cristo ignorábamos las cosas de Dios y aún no podíamos ver ni entender que invertimos en las cosas eternas.
Siempre tenemos responsabilidades, pero debemos cumplirlas en el grado de importancia, tiempo y dedicación que Dios nos enseña en su Palabra. Cuando uno dedica un tiempo sin balance ni prioridades Bíblicas, se debilita algún área en nuestra vida. Por eso debemos luchar cada día por la diligencia en lo que requiere esta actitud.
2) otro principio es tengamos ánimo. Cuan fácil se nos desinfla el corazón, baja nuestra guardia, dejamos de ir con gozo a la iglesia o nos desenfocamos. ¡Qué bueno que tenemos el Espíritu de Dios como el recipiente y lo debemos llenar de la Palabra de Dios para que brote gozo, acciones de gracias, alabanzas y deseo de servir a Dios! La pereza es un pecado como cualquier otro que trae consecuencias de desánimo, mediocridad y pérdida en todas las áreas, pero cuando aprendemos y obedecemos al Señor, Él nos transforma.
3) A Dios también le importa la actitud correcta en el trabajo: ferviente. Esto ilustra a una hoya hirviendo que está llena de presión. Si usamos eso para compararlo con nuestra vida espiritual, debemos llenarnos tanto del amor de Dios para poder mostrar externamente este fervor. Hay veces que no tendremos ese ánimo porque somos humanos que cambiamos como una montaña rusa, pero podemos aprender de Aquel que es perfecto y nos ayuda.
El Señor se merece lo mejor, seamos puntuales, vengamos y hagamos esfuerzos porque Él hizo todo por nosotros y recuerda que nunca es en vano.