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Edifícate, anímate, estudia la Palabra de Dios

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Una costumbre es una práctica que forma parte de nuestra  vida cotidiana. ¿Qué costumbres tienes tú? beber café en la mañana, alimentar tus mascotas, leer el periódico, compartir con tus amigos. Pueden ser un conjunto de detalles pequeños que repites una y otra vez, cada día, en la casa, para ir al trabajo, universidad o escuela.

¿Tu estudio personal de la Palabra de Dios ha informado y ampliado tu cerebro sin convencer y transformar tu corazón?

Cuando era un pastor más joven, estaba exagerando mi camino a través del libro de Romanos, envuelto en un mundo embriagador de sintaxis lingüística y argumento teológico.

En la Escuela de Verano, les recordamos a los niños lo que todos debemos practicar. Las lecciones fueron comparadas con las carreras de carro. La obediencia es como las gomas, llantas o cauchos del carro.

Alguien me preguntó el otro día qué pasaje de las Escrituras era el mejor para compartir con su familia en Navidad. Eso es como arrinconarme y exigir que declare públicamente cuál de mis cuatro hijos amo más.

En uno de estos viajes mi esposa quiso comprar unos jarros de barro. Como esposo dispuesto y viendo que la cartera tenía algo, estuve dispuesto a invertir para mi querida esposa en varios ejemplares. Cuando nos paramos y entramos al lugar, vi algo que nunca había visto, una rueda de alfarería. De una manera creativa, el hombre que hacía los jarros ponía el pegote de arcilla sobre la rueda y lo moldeaba de una manera fácil, cómoda y profesional. Con el pie graduaba la velocidad de la rueda y con las manos moldeaba el barro. Te aseguro que si yo me sentaba en esa rueda en ese momento hubiera tirado pedazos de barro a todo el que estaba cerca.