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“Mas Salomón amó a Jehová, andando en los estatutos de su padre David; solamente sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos.”

1 Reyes 3:3

Hubiera sido bueno quedarse en la primera parte de este versículo: “Salomón amó a Jehová”, pues después nos muestra un final cuestionable sobre su amor. Lo primero que notamos es que sí había amor ¿Cómo sabemos esto?, pues lo demostró obedeciendo a Dios como su padre David le había enseñado.

Esto es importante pues aprendemos del rey David, el hombre que tenia el corazón conforme al de Dios, quien no perdió la oportunidad de enseñar a su hijo sobre temer, buscar, servir, y agradar a Dios de corazón (1 Crónicas 28:9). Aquí se confirma una vez más que el amor es una acción. El amor del rey se mostró andando en los estatutos de Dios. Cada día, el rey leía la ley de Dios, recordaba las palabras y decisiones de su padre en las crónicas de los reyes y probablemente decía: “esto es lo que le agrada a Dios”. En cada decisión externa, Salomón buscaba mostrar ese amor que decía tener internamente.

Pero, qué pena que la melodía de amor, se ve afectada por una nota desafinada. Sí, había amor del rey cuando andaba en lo que Dios había establecido, pero... dice la Biblia que solamente sacrificaba y quemaba incienso en lugares altos. Esto era prohibido en Deut 12:13, según lo que el Señor decía. Esta realidad es como decir, “te amo, pero no tanto”, “te amo, pero no en esto”, “te amo, pero parcialmente”. Había una acción de agrado hacia Dios, conocía los estatutos y los practicaba, pero esa obediencia no era completa. Algunas cosas habían quedado en el corazón de Salomón que no limpiaba, entregaba o meditaba con sinceridad para vivir con más integridad delante de Dios.

Joven, tenemos que ser honestos, nuestro amor por Dios sube y baja. Nadie amará perfectamente a Dios, pero debemos luchar por seguir progresando. Necesitamos su ayuda, sus recursos, sus medios de gracia, y su poder para poder amarle a Él. Pero es posible pues él nos amó primero y ha puesto su amor en nosotros por el Espíritu Santo (Romanos 5:5). Así que debemos mirar nuestros corazones, nuestras decisiones, nuestra vida cada día y ser sinceros para preguntarnos: “¿cómo amo al Señor?”. Si somos sinceros, qué diría nuestra frase: “(pon tu nombre) ama a Jehová, solamente que… escucha música del mundo”, ”no lee la Biblia”, “no va a la iglesia”, “no habla del Señor”, “ve cosas inmorales”, “no tiene gozo como cristiano”. 

Dios nos ayude a amarle completamente, no parcialmente, cada día y que hoy evaluemos y confesemos lo que nos evita hacerlo.