Está persona me llama casi a las 11 pm con el interés de ser salvo en Cristo Jesús. Había una urgencia, había una necesidad tan grande en esta alma que ponía por debajo cualquier otro pensamiento, tarea o miedo de llamar a una casa a cualquier hora.
Y yo me pregunto: ¿para qué estamos en esta tierra?¿cuál es el nombramiento que tenemos en Cristo Jesús?
Me dirijo a los creyentes que hemos sido transformados y tenemos la mente de Cristo (1 Cor 2:16). Si antes éramos ciegos, sordos y mudos espirituales, ahora podemos ver, oír y hablar de las cosas eternas.
En estos días, después de unas elecciones y un cambio de gobierno que se aproxima, escuchamos nombramientos de personas que estarán en estos cargos públicos. Posiblemente muchas de estas personas tienen su carrera, sus familias, negocios y una rutina ocupada de vida que les hace difícil atender otras cosas y fueron llamados para aceptar esta nueva posición.
Ellos tuvieron a bien, como un privilegio, que se les tomara en cuenta. Nadie aceptaría nada que no fuera para mejoría, honor o gratificación. Y nosotros creyentes, tenemos el mejor nombramiento: somos embajadores del reino de los cielos (2 Cor 5:20). Hay otros nombres que Dios nos da, pero este, apunta directamente a nuestra función y ocupación como creyentes. Si hemos entendido que Jesús es nuestro amo, diremos como siervos “heme aquí”, si Él es nuestro Padre estaremos sumisos a su voluntad, si Él es nuestro capitán, nos aseguraremos que estemos cumpliendo sus órdenes. Es un privilegio ser hijo de Dios y representantes de su salvación.
Otra cosa que podemos tomar en cuenta es la prioridad. Estas personas llamadas a una nueva función tendrán que cambiar sus rutinas y agendas. Saben que hay cosas en sus vidas que no serán igual en el área personal, familiar y ocupacional. Algunos ejemplos de estas prioridades Bíblicas están en los llamados de Jesús: a unos pescadores, les dijo que le siguieran y se convertirían en “pescadores de hombres” (Marcos 1:17), en otro momento instó a que se arreglaran las prioridades familiares (Luc. 9:60), y también a que se atendiera las necesidades del reino primero que las propias (Mat 6:33). Así que, debemos administrar bien nuestro tiempo y si hemos entendido nuestro llamado, enfocarnos y pedir la gracia de Dios para servirle y hablar de Cristo Jesús.
Por último, hay otra verdad que experimenta el que es nombrado, el sacrificio. Claro, nos referimos aquel que cumple honesta y cabalmente su función. Mucha gente hoy, aún lejos de los caminos de Dios, hace y ha hecho grandes sacrificios. Lo penoso es que muchos de ellos no cuenten en el reino de los cielos, pero tú creyente, sí tienes el privilegio que también te llevará a rendirte y amar tanto al Señor para hacer sacrificios personales por la causa del Evangelio. Pablo, entre muchas cosas, mencionó el hambre, la sed, desvelos, frío, que tuvo que pasar por seguir adelante evangelizando y en la voluntad de Dios (2 Cor 11:27). Lo impactante es ver que Pablo no se está compadeciendo a sí mismo, ni se arrepiente de lo que ha hecho y pasado. Parece que nada le detenía y seguía adelante, porque estaba claro y enfocado en su llamamiento y labor: procurar que todos escucharan y creyeran el Evangelio.
Oremos por la gracia de Dios para volver a enfocarnos o fortalecer nuestro llamado o nombramiento. Miremos el privilegio que tenemos de ser llamados hijos de Dios para ser buenos embajadores. Si tenemos claro ese privilegio, nuestra lucha y meta diaria será hacer la voluntad de Dios, procurando que todo el mundo tenga también este privilegio de salvación, y si cumplimos nuestra labor espiritual, haremos sacrificios por la causa de Aquel nos amó primero.