En la Escuela de Verano, les recordamos a los niños lo que todos debemos practicar. Las lecciones fueron comparadas con las carreras de carro. La obediencia es como las gomas, llantas o cauchos del carro.
Después de aprender del Señor, nos queda obedecerle. El motor de un carro puede estar bien, las piezas pueden ser nuevas, pero la prueba de que todo está bien es en el movimiento. Es cuando el carro está en marcha, es cuando hay acción.
1 Juan 2:3 nos dice: “Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos.”
Cuando compras un carro, lo más lógico que esperas es que corra bien. Esto es algo muy importante y acertado en la vida espiritual. Aún el Apóstol Pedro también nos dice en 1 Pedro 1:22 que la salvación es “obediencia a la Verdad”. Esto es la vida cristiana, una vida de poner al lado nuestros deseos cada día y hacer lo que Dios nos dice.
El Espíritu Santo con que Dios nos ha sellado, nos ayudará a obedecer a Dios, pero Él no nos obliga. Nos motivará, enseñará, iluminará y capacitará para que hagamos la voluntad de Dios. Cuando la Palabra de Dios nos diga lo que le agrada a Dios, comencemos a andar el carro, ¡hagamos lo que Dios dice! Allí habrá gozo, victoria y pureza en el cristiano.
Cuando un carro tiene las gomas dañadas, deben reemplazarse, no puede andar bien o puede provocar un accidente. Oremos al Señor por un corazón obediente para andar bien y evitar los accidentes de la vida.
Sé un cristiano obediente, ¿cómo andas en tu vida espiritual?