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Si hay algo que enfrentamos todos cada día es altas y bajas. La vida es como una montaña rusa en las emociones, en lo físico y la vida espiritual también. Lo más fácil que está a nuestras bocas para describir nuestra vida es decir: me siento bien o me siento mal.

Estas frases nos describen alegres o tristes, exitosos o fracasados, angustiados o calmados. Físicamente, también utilizamos esta frase para describir si estamos enfermos o no. Las circunstancias internas o externas nos llevan a mostrar agrado o desagrado en nuestras vidas, pero no debemos olvidar que Dios nos da su Palabra para que podamos investigar más allá de las luces de alerta de nuestras emociones, las que reaccionan naturalmente frente a las cosas que enfrentamos. Pero, no podemos olvidarnos que debemos profundizar más allá de nuestras emociones.

Es por esto, que teólogos y consejeros nos ponen a la mano ilustraciones tan sencillas como esta, pero que nos pueden ayudar a iniciar el camino hacia la solución de nuestras situaciones.

El mayor error en que podemos caer como seres humanos, es querer solo cambiar para sentirme bien. No me mal interpreten, es importante, pero no es la raíz del asunto. Hacemos caso primero a nuestros sentimientos porque es nuestro mismo ser, interior o panel de control, dándonos señales de que algo nos molesta, frustra, entristece, ofende o simplemente nos incomoda. Pero el atender solo a las emociones para cambiarlas es como beber un calmante contra el dolor sin ver la causa, o beber una medicina para bajar la fiebre sin atender qué la está causando.

 Por eso, es bueno entender las cosas como el fabricante las ha diseñado para que funcionen debidamente. Según el cuadro de consejería (Track 1 Consejería Bíblica de Ministerios Oasis junto a Faith Baptist Church), nos presenta claramente que nuestros sentimientos dependen de nuestra relación con Dios. Así que, debemos trabajar al revés porque aunque lo primero que percibimos es nuestro sentimiento, pero debemos llegar al corazón. Cuando se enciende la alerta del sentimiento, no debemos seguir el curso de lo que sentimos, sino inmediatamente ver si estamos enfrentando la situación, haciendo lo correcto, como Dios dice. Al menos que nuestro malestar emocional no venga por una situación orgánica, enfermedad o algo que no anda bien en nuestro cuerpo, debemos buscar pensar y actuar correctamente delante de Dios.

Los versículos bajo la columna de “sentirse bien” nos enseñan que habrá felicidad, honra, paz, exitoso, descanso para el alma y ligera carga, cuando pensamos, actuamos, obedecemos, aprendemos y practicamos la voluntad de Jesús.

Vemos en la columna de “sentirse mal” que los versículos nos advierten sobre el dolor, la dureza, tribulación, angustia, soledad y separación que produce el hacer lo malo delante de Dios. Nos explica gráficamente que el hacer lo incorrecto se explica bíblicamente de dos maneras: 1) cuando decidimos por algo que no agrada al Señor (pecado por comisión) o 2) cuando dejamos de hacer algo que le agrada a Dios (pecado por omisión).

Así que conociendo la explicación de nuestro Creador sobre nosotros mismos, enfrentemos las situaciones correctamente.

Por lo tanto, ya sabemos que nuestras emociones son importantes, pero no deben ser la meta final para la solución del problema, sino que son las alertas, letreros, sensores o evidencias de algo conectado a nuestro corazón. Hoy en día, es difícil encontrar personas que abren su corazón para ser ayudados, pero si pedimos humildad al Señor, tenemos un deseo genuino de cambiar, y vamos a la Biblia, Dios hace la obra con su Espíritu que vive en los creyentes.

Solucionemos las raíces de los problemas, que se evidencian como fruto en las emociones, y habrá solución real en Cristo Jesús. Hacer la voluntad de Dios es el gozo del ser humano.