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Hechos 5:42

Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.

¿Para qué estamos en esta tierra? Para la gloria de Dios, para Dios mostrar su salvación a unos pecadores, para mostrar su misericordia dentro de la angustia y para cumplir sus propósitos en la iglesia, en sus hijos.

1. Debemos ser fieles todos los días (Prov 25:13). El buscar obedecer a Dios todos los días muestra mi fidelidad. Estos hombres eran como tú y como yo, personas que son débiles en nosotros mismos, que a veces fallamos y necesitamos enfocarnos, pero ellos confiaron en la Palabra de Jesús y la pusieron en práctica. El contexto de este evento era de amenazas, golpes y persecución por hablar de Cristo, pero ellos tenía una motivación mayor que les llevó a ser fieles. Los apóstoles no se levantaron un día como fieles cristianos para hacer todo lo que Jesús les mandó perfectamente (Mat 25:20-21) Debemos tener cuidado con el miedo, no debe ser excusa para no hacer la voluntad De Dios (Mat 25:25). Fueron hombres imperfectos que fueron enseñados, corregidos, motivados por el mismo Señor para cambiar su carácter, así como algunas aves enseñan a sus polluelos a volar. En la vida había momentos de dudas, de debilidad, de miedo, de pereza, y otros pecados que enfrentaron como seres humanos, pero entregaron sus pecados a Jesús y permitieron que el Maestro les moldeara en las diferentes experiencias para ser esos hombres fieles cada día.

2. Debemos servir a las personas. Estos hombres también estaban determinados para ir todos los días por las casas y el templo. Esto nos muestra el gran amor por la casa de Dios y la devoción y preparación que conllevaba esta labor que le había sido encomendada. Es en oración que pedimos al Señor la llenura, poder y amor por su obra; en la presencia de Dios es que reconocemos que somos incapaces pero Él es TODO capaz para que podamos cumplir sus propósitos. Los discípulos iban a las casas porque sabían que el ministerio se hace en servir a las personas y llevarles primeramente la esperanza del Evangelio de Cristo. Jesús, nuestro compasivo Salvador, mostró que cada alma es importante, por eso cada casa, cada alma era importante para los discípulos también.

3. Debemos guiar a la gente a Cristo. Muy bien, estos hombres eran fieles, hablaban y visitaban las personas, pero qué hablaban: la prioridad era Jesucristo (1 Corintios 2:2). Somos seres sociables, pues Dios nos creó así, más los latinoamericanos que no paramos de hablar, pero debemos tener una prioridad de esas palabras, conversaciones y encuentros con la gente. Si has experimentado salvación, debes hablar de ella (Hechos 4:20). Si alguien nos escuchará, asegurémonos que ha escuchado de Jesucristo. Debemos ser fieles a la Palabra del Salvador (2 Tim 3:15), la gloria debe ser de él y si le amamos, no dejaremos de mencionar a aquel que realmente es la prioridad de nuestras vidas. Pablo decía que no quería otra cosa que presentar a Cristo y este crucificado, pues esa cruz es nuestra salvación, muerte al pecado y sustitución de nuestra condenación.

Los apóstoles nos han recordado que no debemos parar ningún día. Todos los días debemos orar para ser fiel al Señor, que podamos ser testimonio y hablar de Jesús a todos y poner en prioridad que sea Cristo quien más se mencione por nuestras bocas, no solo como una repetición religiosa, sino un propósito de aconsejar apegados a su Palabra, guiar a la gente a su voluntad y darle la gloria en todo lo que hacemos. El discípulo de Jesús debe seguirle todos los días.