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"Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto." 

Isaías 9:6-7 

¡Qué fiel es nuestro Dios que cumple sus promesas! Desde el principio, había prometido y revelado progresivamente que venía su Mesías, Ungido, para redimir la humanidad. 

 "Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti"

Juan 17:1

Jesús estaba en su oración antes de terminar su obra (muerte, sepultura, resurrección). Era una oración preparatoria para la mayor misión, la muerte sustituta por los pecadores, y después la gloriosa resurrección de entre los muertos.

“Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.” 

Juan 17:5 

¡Qué argumento tan profundo y poderoso ora el Señor Jesús al Padre! Con miras al sacrificio de la cruz, nuestro Señor dice glorifícame al lado tuyoLa unidad perfecta con el Padre le lleva a decir estas palabras. Como vimos anteriormente, Jesús cumplió todo el propósito del Padre, no solo completamente, sino conforme a su carácter, a su santidad y su luz.